Wish you were here
Soy un ser de la noche. Soy La Laguna, compartimos la misma humedad. Grapelli vino a mí antes de morirse, arropó mi cama y alineó su violín de luna entre mis apuntes. Hace tiempo que ocurrió el milagro, il faut des temps, yo que sé. Ahora escucho a Pink Floyd, y busco tus ojos que los sé apostados en la niebla. Tus ojos, tu piel, tus tetas, tu cuerpo: lo busco todo. Remember when you were young,...,shine on your crazy diamond. Recuerda, recuerda, acabas de verme, pero recuerda. Hazlo así: la mano derecha enrollada en tu cuello, en la izquierda un cigarro, los ojos cerrados.
Mi lenguaje es de átomos, un cuento es un átomo narrando los sucesos, siempre prodigiosos, que viven en otros átomos. La realidad es el triunfo momentáneo de unas ondas sobre otras. Cómo llamarlas oscuras a las vencidas, si atesoran todo lo que puede ser. Recuerda, hace ya horas, recuerda si hubo relámpagos o si entreabriste la boca.
(Cuento: él la ve por la calle. Hace frío. Están lejos. Él quiere que ella lo mire. Es tan bella. De repente, con infinita habilidad, él lanza sus ojos tras sus pasos. Un ojo le cae en los hombros, el otro logra asirse a su abrigo. Es muy tierno observar la escalada del ojo hacia la cumbre-cuello, con sus patitas de sal. Ella los acurruca entre sus manos, un acto hermoso, sagrado. Unas manos de diosa meciendo unos ojos verdes. Ella se acerca a él y dice: “toma”. Él acerca sus manos a las suyas, y por un momento sólo existe en el mundo la piel de ella, de la diosa que camina en el frío y acoge ojos. Él siente como un vacío en la sangre, como si hubiera sido llamada, o atraída, o libada. Es la primera vez, no deja de mirarla, su olor es una llave antigua que abre puertas de hierro altas y oscuras. Es la luz, y un deseo de bocas. Él le dice: “no te vayas”).
How, how I wish you were here
Mi lenguaje es de átomos, un cuento es un átomo narrando los sucesos, siempre prodigiosos, que viven en otros átomos. La realidad es el triunfo momentáneo de unas ondas sobre otras. Cómo llamarlas oscuras a las vencidas, si atesoran todo lo que puede ser. Recuerda, hace ya horas, recuerda si hubo relámpagos o si entreabriste la boca.
(Cuento: él la ve por la calle. Hace frío. Están lejos. Él quiere que ella lo mire. Es tan bella. De repente, con infinita habilidad, él lanza sus ojos tras sus pasos. Un ojo le cae en los hombros, el otro logra asirse a su abrigo. Es muy tierno observar la escalada del ojo hacia la cumbre-cuello, con sus patitas de sal. Ella los acurruca entre sus manos, un acto hermoso, sagrado. Unas manos de diosa meciendo unos ojos verdes. Ella se acerca a él y dice: “toma”. Él acerca sus manos a las suyas, y por un momento sólo existe en el mundo la piel de ella, de la diosa que camina en el frío y acoge ojos. Él siente como un vacío en la sangre, como si hubiera sido llamada, o atraída, o libada. Es la primera vez, no deja de mirarla, su olor es una llave antigua que abre puertas de hierro altas y oscuras. Es la luz, y un deseo de bocas. Él le dice: “no te vayas”).
How, how I wish you were here