martes, febrero 21, 2006

Luz

Te conocí en la terraza del café Bogart. LLevabas en la mano derecha una bandeja colmada de vasos. Vestías un pantalón negro ceñido y una camisa blanca y supe que allí, en la terraza, había una silla para mí. Esa es la primera imagen que tuve de ti: cimbreándote como una rama, leve, de pasos precisos, con los ojos lejos (seguramente en el mar, o en Orión, o en diez años antes); y yo estoy en esa imagen, como si un viento me arrastrara a las sillas.
Te acercaste y de una sola acometida aseaste la mesa. Me miraste. De tus orejas colgaban lunas. Me hablaste.
- ¿Qué va a tomar el señor?
Te respondí que un café, cortado, y un vaso de agua. Y tú mientras tanto dejaste como un olor a madera en el aire que me tocaba respirar.Créeme, en ese primer encuentro adiviné los paraisos de tu boca. Recordé (esto te suena a locura)cuando fui saliva y era feliz rezumándome en cualquier lugar de tu lengua, rompiéndome en burbujas, dejándome caer. Todas las formas que construí allá en tu boca eran ajenas a otras: sólo en tu boca pude crearlas. Te quise ya, recuerdo que te quise. Espeso y blanco como era te quise, y eso lo tengo en la memoria.Me serviste el café y te reclamé, reuniendo toda la dulzura, el vaso de agua: et le verre d'eau? Recordaríamos más adelante el pequeño espanto de tus ojos al escuchar mi francés fañoso y elemental. Nunca te confesé que fue mi manera de significarme en tí, para que empezaras a no olvidarme, algo como un ligero rasguño en la continuidad del día.
Yo era el que bajó del bus todo manchado de gris, pero no era del todo yo en la terraza del Bogart. De alguna manera se me llegó sin aviso tus pasos entre las mesas, tus ojos afilados y grandes y tus manos hablándole a los vasos. Luego vinieron días en que comprendí la magia de tus manos, calientes como pan en la mañana, pero te estoy hablando ahora de la primera vez que te ví, los dibujos de tu cuerpo en el aire, la boca llena de agua, y todos esos relámpagos.
Estos estremecimientos, benditos, me llevaban una y otra tarde a dar contigo. Me acercaba a la barra y te pedía el periódico, sólo para ver ese milagro de luz del otro lado.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

...un beso

12:53 p. m.  

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