miércoles, mayo 30, 2007

Ajedrez

Pienso en ti. Creo que pensando en ti se vuelven nítidas las diagonales. Cómo quieres que te intuya, que sepas que eres, si no es pensando en ti. Habitarás mucho tiempo el otro flanco, el concurrido, el victorioso, y yo sólo soy un peso depositado en un cuadrado blanco, como hojas que caen para morirse en los mosaicos tristes de los parques. Por eso es mi táctica, pensarte, para que la luz se derrame y trice las líneas, para que no se distinga un avance de un retroceso, para fracturar la geometría de casillas negras y blancas, para que mis manos puedan dispararse por el aire y alcanzarte. Porque a ti te tocó ser la reina en esta partida, levantas tus ojos y sólo ves concierto y vida entre las cosas, llevas en tu respiración la dureza del agua, la fuerza de tus ojos. Tú marcas el horizonte, lo acercas y lo alejas, es imposible que entiendas que fuera de allí, en los extramuros, la soledad es una noche sin fuego, como un otoño que nunca encontrará una tarde donde pueda derramar sus gritos. Alguna mano violenta me obligará a andar un paso, escueto, cada vez más frágil. Nací para comprender que la magia es un ave condenada a escapárseme, siempre con sus alas lejanas, como si yo fuera un ser que de tanto otoño sólo escupo lodo y hojarasca. Pero me queda la luz, me queda pensarte.

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